La feliz adopción de los hurones Jack y Víctor
24-01-2011
Sky miraba con sus pequeños ojos rojos a su amigo. En breve iban a llegar dos pequeñajos abandonados y se encontraba algo nervioso. Aún recordaba la marcha al otro mundo de su inseparable amiga y compañera Dana, esa pequeñaja de color sable cuya carita pequeña y simpática llenaba de alegría a todo el que la rodeaba. Desde su viaje se había sentido algo triste y melancólico.
Ahora, después de todo este tiempo solo en compañía de su humano amigo esperaba la llegada de nuevos amiguitos y no sabía si iba a tener la capacidad de poder volver a compartir todo su mundo, su casa, su jaula, su comida, su amigo humano, con nuevos congéneres, estaba un poco indeciso, ya tenía dos años y pensaba que los experimentos se debían de hacer con la gaseosa.
Por fin llegaron. Jack y Víctor, dos preciosos y albinos huroncitos de ojos rojos, expresivos, espabilados, curiosos, de miradas inteligentes. Sus amigos humanos rescatadores les soltaron, después de un periplo de búsqueda de un hogar para ellos, observaban si habían acertado con su elección. Algo nerviosos olfateaban su nuevo mundo, un mundo extraño, distinto. Le observaban con descaro, con ese descaro que tienen todos los pequeños de cualquier especie animal analizaban su alrededor, a ese humano grande que los cogía y los tocaba con descaro y sin miedo. Y lo que veían les empezaba a gustar.
Con esa capacidad de ausencia de miedo que solo tienen los hurones comenzaron rápidamente a explorar todo ese entorno que tenían frente a sus ojos, y como si le hubieran conocido de toda la vida empezaron a jugar con él y a divertirse con todo lo que les rodeaba. Olvidando quizás que los inicios de sus vidas no han sido como debiera disfrutaban de todo lo que les rodeaba pensando únicamente en pasárselo bien y aprovechar el momento.
La pareja de humanos rescatadores les miraban con cariño. Ilusionados quizás por haber acertado en el nuevo hogar que les habían buscado y quizás contentos por saber que en su nueva vida iban a estar como se merecen dos animalitos que no han cometido error alguno para llegar a este mundo, padeciendo posiblemente por la negligencia de algún humano irresponsable.
El nuevo y extraño hombre les cogía sin reparo teniéndole que morder con precaución quizás para mostrar el miedo que les producía la posibilidad de que les hiciera algún daño, daño quizás padecido en el pasado que hacía que desconfiasen por sistema de la gente nueva y extraña. Jack, en especial, y debido a que se sentía más grande que su hermano algo más pequeño, era el que más distancia ponía. Algún mal recuerdo en su abandono le hacía más desconfiado.
Sky mira con sus pequeños ojos rojos a su amigo. Ha pasado casi un mes ya desde la llegada de sus nuevos compañeros y siente que la vida les sonríe. Son felices, juegan a todas horas, comparten jaula, comida y cama sin problemas, es agradable tener el contacto de sus nuevos compañeros para dormir. Las horas de soledad en las que su amigo humano no está en casa se hace más amena y llevadera. Sus nuevos compañeros han olvidado completamente su desconfianza, comprendiendo que no se les va a causar ningún daño su amigo humano puede meter la mano sin problemas en la jaula recibiendo únicamente besos y caricias, a Víctor le gusta especialmente que se le rasque detrás de la cabeza.
Jack, el más desconfiado al principio, ha hecho muy buenas migas con él, jugando mucho los dos y estando casi constantemente detrás de él acaparando toda su atención. Víctor y yo también nos unimos a la fiesta de vez en cuando, aunque lo que más nos gusta a los tres es jugar a peleas. Después de horas de juegos y diversión, comemos felices los tres y nos dormimos juntos. De vez en cuando miro a mis nuevos amigos la expresión de sus caritas durmiendo y entiendo que son felices y están bien.
Mi amigo humano me mira con la complicidad que tenemos los adultos. Satisfechos los dos de la nueva vida que llevan los huroncitos, también nos dormimos, contentos y agradecidos del día en que la pareja de humanos rescatadores confiaran en nosotros para poder facilitar a Jack y a Víctor la vida que se merecen dos seres inocentes que no han hecho daño a nadie y no se merecen ser abandonados. Estos pequeñajos han tenido suerte, otros quizás no.
Autor: Óscar