Historia de una adopción: Zar

16-11-2010

Una asociación protectora siempre está sometida a la constante presión que ejerce una sociedad deficientemente educada en valores tales como la empatía, comprensión, respeto y compasión para con los animales. En cambio, uno se acaba acostumbrando —desgraciadamente— a la dejadez, el egoísmo recalcitrante y la falta de escrúpulos de algunas personas que muestran una indiferencia hacia ellos que incluso llega a producir escalofríos.

Pero, por otra parte, las asociaciones protectoras como Adoptamics deben saber convivir con este tipo de comportamientos, luchar por revertirlos con optimismo y disfrutar de los intensos momentos de felicidad que producen ciertos acontecimientos celebrados por todos y cada uno de los que trabajamos para que los animales tengan la vida que simple y llanamente se merecen.

La historia de nuestro precioso podenco ibicenco Zar es de aquellas que tienen un final feliz, un epílogo que nos demuestra que esta labor vale la pena pese a estar constantemente salpicada de preocupación y desconsuelo. Cuando nos hicimos cargo de Zar estaba a las puertas de la muerte. Presentaba una hipotermia severa y su estado de extrema debilidad y delgadez presagiaban lo peor. Apenas podía mantenerse en pie y el ángel que lo recogió convivió durante días con la angustia de no saber si este perro podría salir adelante.

                                                                                                   

Los estragos de la inanición se reflejaron incluso en su dentición. No tenía ni siquiera dentina cuando fue recogido y solo presentaba una serie de piezas dentales marrones resultado de una alimentación escasa e insuficiente. Pero fue mucho más fuerte que las circunstancias adversas que lo rodearon y consiguió salir adelante gracias a los cuidados de sus dos mamás de acogida, Rosa y Mei. Ambas fueron sus ángeles de la guarda, las que cuidaron de él y lograron hacer de él el perro que a día de hoy es.

En cambio, Zar no lograba captar la atención de posibles adoptantes a pesar de que su salud estaba prácticamente restablecida… Hasta que apareció la asociación francesa Lévriers du Sud que se encarga específicamente de dar difusión y encontrar cobijo a dos razas de perros especialmente maltratadas y olvidadas en España: los galgos y los podencos. En representación de esta asociación del país vecino, Christine contactó con dos voluntarios de Adoptamics para interesarse por el caso de Zar.

Entre nosotros reinaba el pesimismo porque solo llegaron a interesarse por él cazadores con más que dudosas intenciones. Sin embargo, la aparición de Lévriers du Sud fue determinante para poder encontrar una familia responsable en territorio francés. Acogimos con gran esperanza la difusión en Francia de Zar, territorio por cierto donde existe una sensibilidad especial por los galgos y podencos, sabedores de la ingratitud e injusticia con que son tratados en España.

                                                                                                      

Y llegó, por fin, la oportunidad para Zar. Una familia francesa quedó profundamente conmovida por su historia, cuajada de maltrato y sinrazón humana. Supieron, en el preciso instante en que lo vieron a través de fotografías, que Zar tenía que formar parte de su familia. No había vuelta atrás. Nuestro precioso podenco había encontrado un hogar donde podía vivir una vida plena, repleta de cariño y respeto que, al fin y al cabo, no supone nada para los que amamos a los animales.

Voluntarias de esta asociación francesa bajaron expresamente hasta Novelda en una furgoneta cargadas de esperanza y buenas intenciones. La despedida fue una encrucijada de emociones, sobre todo para la que había sido su mamá de acogida. Es lógico sentir pena por el adiós de un ser tan adorable como Zar pero la sensación de bienestar llega poco después cuando se comprende que lo conseguido es algo de una dimensión humana sobresaliente. Tal y como dijo el Dr. Louis Joseph Camuti, veterinario italiano afincado en Nueva York durante el siglo pasado, “el amor de los animales es un impulso universal, un espacio común en el que todos nos podemos encontrar. Amando y entendiendo a los animales, tal vez nosotros los humanos podamos entendernos”.

Gracias a todos los que han participado de algún u otro modo en la adopción de Zar. Entre todos hemos conseguido dar valor a aquellas pequeñas cosas que tanta felicidad aportan a nuestra existencia. Que la historia de Zar sirva de inspiración y aliento a las muchas personas que luchan día tras día por conseguir dignificar la vida de aquellos que a pesar de no tener voz hablan a través del silencio de una mirada.

                                                                                                       
 

 

Autor: Adoptamics


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